Los trastornos depresivos son un grupo de alteraciones del estado de ánimo caracterizadas por una tristeza persistente, pérdida de interés en las actividades cotidianas, falta de energía y cambios en los hábitos de sueño y alimentación. No se trata de una simple “tristeza pasajera”, sino de una condición que interfiere de manera significativa en la vida diaria y que requiere atención profesional.
Síntomas de los trastornos depresivos
Los síntomas más comunes incluyen:
- Estado de ánimo triste o vacío la mayor parte del día.
- Cansancio, apatía y falta de motivación.
- Alteraciones del sueño (insomnio o dormir en exceso).
- Cambios en el apetito y en el peso corporal.
- Sentimientos de culpa, inutilidad o desesperanza.
- Dificultad para concentrarse o tomar decisiones.
- Aislamiento social y pérdida de interés en actividades antes placenteras.
Tipos de trastornos depresivos
Existen diferentes formas de depresión, entre ellas:
- Episodio depresivo mayor: tristeza intensa, pérdida de energía y pensamientos negativos que duran al menos dos semanas.
- Distimia o trastorno depresivo persistente: síntomas menos intensos pero prolongados, presentes durante años.
- Trastorno depresivo estacional: cambios en el estado de ánimo relacionados con determinadas épocas del año.
- Trastorno depresivo inducido por sustancias o enfermedades médicas.
El tratamiento suele combinar varias estrategias:
- Psicoterapia, como la terapia cognitivo-conductual (TCC), que ayuda a cambiar pensamientos negativos.
- Tratamiento farmacológico, indicado en casos moderados o graves bajo supervisión médica.
- Estilo de vida saludable, con ejercicio regular, una buena higiene del sueño y una alimentación equilibrada.
- Apoyo social y familiar, fundamentales para la recuperación.
Tienen en común la existencia de tristeza, falta de energía y motivación, alteraciones e sueño y/o apetito. Se diferencian por la duración y la intensidad de los síntomas.